Japón, país del té, se deja seducir por el café de alta gama
12:35:00Japón, país del té, se deja seducir por el café de alta gama
lainformacion.com
En el país del té, los japoneses saborean el café a su
manera. Lo dejan en manos de especialistas que les sirven la bebida con
aroma a lichi, condimentado con jazmín o un expreso "Chardonnay" en un
vaso de vino. A lo gourmet.
Los pequeños bares que sirven estas exquisiteces para los paladares más exigentes están de moda en el archipiélago.
Japón
importa unas 430.000 toneladas de café por año, justo por detrás de
Estados Unidos y de Alemania, y se enorgullece de contar con algunos de
los mejores expertos del mundo en este arte.
"El hecho de que existiera la cultura del té ha ayudado a
Japón a apreciar el café como producto de lujo", estima Miki Suzuki, de
32 años, mejor barista del archipiélago. "Los japoneses tienen un
paladar extremadamente sensible y saben detectar las sutiles diferencias
en el gusto".
La joven ha convencido al jurado con
una bebida con aromas cítricos y con nitrógeno, una técnica utilizada
por los cerveceros para obtener una espuma cremosa. La sirvió en copas
de champán.
A ella "al principio no le gustaba el
café". Ahora tiene un único objetivo: "convertirse en la primera mujer
barista en ganar el título mundial".
Japón cuenta con
un palmarés impresionante en el World Barista Championship (WBC), con
un ganador en 2014, Hidenori Izaki, y un finalista en 2016, Yoshikazu
Iwase. Sus puntos fuertes: la creatividad, las mezclas y el
perfeccionismo.
"Un
barista debe encandilar al cliente, suavemente, como un barman. Su
prestación contribuye a crear un ambiente agradable", estima Takayuki
Ishitani, quien participó en septiembre en la competición nipona.
Su
"búsqueda perpetua" de la taza de café más magnífica lo ha llevado a
componer una poción burbujeante con hielo carbónico, hierbas aromáticas y
miel con sabor a naranja.
"Es una cuestión de
perseverancia", confiesa mientras prepara unos capuchinos, en la tienda
de surf donde trabaja, en el barrio a la moda de Daikanyama, en Tokio.
"Diez
gramos más o menos de leche cambian el gusto del café. Es un universo
muy sutil y eso es lo que tanto gusta a los japoneses, buscar el
detalle", añade.
En Japón se multiplican los lugares en los que los artistas del café con leche hacen dibujos con la espuma.
"Noto
un profundo interés por el detalle y la idea de que el café puede ser
tan diferente", comenta el estadounidense Scott Conary, miembro del
jurado del campeonato japonés de baristas.
Los
primeros documentos que mencionan el té en Japón datan del siglo IX,
cuando los monjes budistas lo trajeron de China. El café no se
popularizó hasta después de la Segunda Guerra Mundial, pero la acogida
ha sido tan buena que se vende en casi todas las esquinas, en pequeñas
tiendas y hasta en los distribuidores de refrigerios de las calles.
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