Nicaragua debe salvar al café ante el cambio climático
12:58:00Nicaragua debe salvar al café ante el cambio climático
Wendy Álvarez Hidalgo
En momentos cuando el consumo mundial de café crece a buen ritmo —cinco
por ciento anual— todos los eslabones de la caficultura afrontan enormes
desafíos para sobrevivir al cambio climático. En 2050 las áreas
adecuadas para producir café en el mundo se habrán reducido en cincuenta
por ciento respecto a las actuales. Y, en 2080 el grano, del cual
dependen 125 millones de personas y es considerado el segundo cultivo
más valioso exportado por los países en desarrollo, se habrá extinguido
de la faz de la tierra, principalmente el arábigo.
Pero antes, es decir en las décadas venideras y si no se reducen las emisiones, según el Instituto del Clima de Australia,
un clima más hostil provocará “cambios dramáticos” en los cafetales.
“La producción (de café) probablemente entrará en conflicto con los usos
del suelo, incluidos los bosques”, alerta.
Honduras, Nicaragua, Guatemala y Vietnam, cuyas economías están
fuertemente ligadas al café, se perfilan como las naciones más
vulnerables a los tiempos difíciles que asoman a este cultivo, el que
deberá afrontar mayores oleadas de calor y reducciones más severas de
las épocas de lluvia.
Desde México, Guatemala y hasta Honduras, según el instituto
australiano, la temperatura media ha aumentado un grado centígrado desde
1960 y las precipitaciones se han reducido un 15 por ciento desde 1980.
“En Nicaragua, los cambios en las lluvias desde mediados de la década
de 1990 han afectado la floración, la maduración y la fructificación del
café”, describe.
Según estimaciones del Gobierno de Nicaragua, entre 1971 y 2015,
la temperatura en el país ha aumentado más de 1.7 grados centígrados en
el periodo analizado.
“Hay fuertes indicios de que el aumento de las temperaturas y los
patrones de precipitación alterados ya están afectando el café,
rendimiento, la calidad; las plagas y enfermedades que afectan
gravemente la seguridad económica en algunas regiones productoras de
café”, señala el Instituto en su investigación.
Aura Lila Sevilla Kuan es presidenta de la Asociación de
Cafetaleros de Matagalpa (Asocafemat). En este departamento se obtiene
cerca del treinta por ciento de la producción de café en Nicaragua,
según estimaciones del Ministerio de Agricultura. En las fincas
cafetaleras, según Sevilla, los estragos del cambio climático son cada
vez más visibles: ataque de plagas y días soleados más prolongados.
Urge política pública
“Nosotros estamos claros de la amenaza que tenemos con el cambio
climático, ya lo estamos viviendo, aquí realmente ya no hay invierno y
verano. En los meses de noviembre y diciembre que aquí generalmente eran
fríos ahora ya no hay, ahora tenemos unas temperaturas altas, lo que es
nocivo para la caficultura. Ahora, ¿qué estamos haciendo nosotros?
Sinceramente te lo digo, solo estamos a la expectativa”, afirma.
El problema —según Sevilla—, es que sin financiamiento y sin una
política pública dirigida a ayudar a los productores de café, en su
mayoría pequeños, a adaptarse al cambio climático, no pueden hacer nada.
En Nicaragua, precisa, solo el cinco por ciento de los cafetaleros (que
son los medianos y grandes) usa tecnología para cultivar café, el resto
continúa empleando las mismas técnicas de producción del siglo pasado.
Las dificultades de adaptación de los pequeños productores al
cambio climático no es exclusivo de Nicaragua. “La mayor parte de los 25
millones de productores de café (entre el ochenta y noventa por ciento)
del mundo son pequeños productores. Por sí solos tienen poca capacidad
de adaptación a un mundo más caliente en el que el clima y la
volatilidad del mercado conspiran contra ellos”, advierte el Instituto
del Clima de Australia.
La política pública debe ir acompañada de financiamiento. Cambiar
la forma en cómo se produce café para adaptarse a la nueva realidad del
clima es costoso. Por eso, según Sevilla, la mayoría de los productores
de café en Nicaragua se autofinancian o dependen de créditos con tasas
de intereses elevadas. El autofinanciamiento consiste en destinar un
determinado número de parcelas a cultivar granos básicos, que luego
venden y el dinero lo reinvierten en los cafetales, ejemplifica la
también productora.
Hay que migrar y tecnificar
José Ángel Buitrago, presidente de la Asociación de Exportadores
de Café de Nicaragua (Excan), dice que aunque parezca que es tarde para
hacer frente al impacto al cambio climático, aún se deben hacer
esfuerzos para salvar al café nicaragüense, del cual dependen miles de
pequeños productores.
Buitrago está consciente que si no se transfiere tecnología y
conocimiento a los productores de café muchos de estos van a desaparecer
y otros a emigrar a zonas más altas, como ya está ocurriendo en el caso
de los grandes productores.
A inicios de este siglo, en Nicaragua, según Buitrago, era
impensable hablar de cambio climático y esto fue lo que provocó que el
sector se confiara. “A principio del 2000 casi que nos reíamos del
cambio climático, la gente como que no le prestaba atención, hoy en día
el cambio climático, casi sin darnos cuenta, lo tenemos sentado en la
sala de la casa y está imponiendo las reglas de este juego”, lamenta el
líder gremial.
Pero no solo el financiamiento es un gran obstáculo en Nicaragua,
para Buitrago lo peor es que los productores tienen poco conocimiento
sobre este fenómeno y lo que implica para la siembra esta nueva
realidad. De hecho, según la investigación australiana, si bien los
productores están organizados en cooperativas en el mundo, muchos de
estos tienen bajo nivel de formación educativa y peor aún carecen de
tiempo para poner en práctica estrategias óptimas de producción hoy en
día, y mucho menos para prepararse para el cambio climático”. La
situación empeora por el pobre acceso al crédito, a la información de
mercado y las herramientas de gestión del riesgo.
“Tiene que haber una mayor tecnificación, probablemente tiene que
haber una migración de las zonas bajas a las zonas altas para producir
café”, afirma el presidente de Excan.
Buitrago reconoce que muchos productores no podrán emigrar y por
tanto deberán buscar cómo sustituir el café por otros cultivos, como los
granos básicos. “Ante el cambio climático no hay una respuesta mágica”,
afirma, al tiempo que recuerda que Nicaragua y Centroamérica por su
posición geográfica “están en medio del huracán”.
Y ante el temor de la banca de financiar a aquellos productores
de café que están en zonas bajas, Buitrago asegura que esperan con la
Comisión Nacional para la Transformación y Desarrollo de la Caficultura
(Conatradec) puedan llenar ese vacío a través de programas que permitan
darle a estos campesinos alternativas productivas y se fomente la
cosecha de agua.
Emigrar hacia otras zonas de producción, sin embargo, según el
Instituto del Clima de Australia, no es fácil. “La migración de las
plantaciones de café a nuevas áreas no es sencillo, sobre todo porque se
necesitan varios años para que las nuevas plantas puedan ser
productivas”, señala.
Consumidores pueden presionar por un cambio
En este contexto de dificultades para los productores de café,
los consumidores, que por día absorben 2,500 millones de tazas, pueden
presionar para que a los campesinos se les ayude a sobrevivir al embate
del clima. Esto es posible, según el Instituto australiano, si los
consumidores son capaces de elegir marcas de empresas que luchen contra
el cambio climático y que ayuden a los productores a aumentar sus
rendimientos. Además pueden premiar a aquellas marcas o países que
ayuden a los caficultores a construir sus capacidades de adaptación al
cambio climático.
“Las personas pueden exigir medidas a todas las empresas y sus
gobiernos para asegurar que todos los productos, las empresas y
economías” reduzcan sus emisiones de carbono.
Cada año el consumo de café crece un cinco por ciento, con una
producción mundial que desde 1960 se ha triplicado y una industria que
cuenta con un fuerte potencial para un mayor crecimiento.
Tal es la gravedad del cambio climático en la caficultura, que
según el Instituto australiano, compañías líderes como Starbucks y
Lavazza, así como la Organización Internacional del Café, han reconocido
la magnitud de los riesgos.
Los pronósticos apuntan a que en las próximas décadas en el 2020
la producción de café en México será inviable y Nicaragua en el 2050
“perderá la mayoría de sus zonas cafetaleras” y en 2060 los rendimientos
del café arábica de Tanzania caerán a niveles “críticamente bajos”.
“Los consumidores tendrán que hacerle frente a la escasez de
suministro, impactos en sabor y aroma, y el aumento de los precios”,
advierte. ¿Se imagina un mundo sin café?
¿Por qué importa el café a Nicaragua?
En Nicaragua, en el 2015 los ingresos por exportaciones de café
sumaron 393.18 millones de dólares, de un total de los 2,531 millones de
dólares que generaron en su totalidad las exportaciones del país.
Según el IV Censo Agropecuario, el sector cafetalero está
compuesto por 44,519 productores que cultivan 180,219.7 manzanas de
café. De estos solo 396 productores poseen más de 50 manzanas de café.
El cultivo del café genera aproximadamente 300,000 empleos
directos e indirectos, que representan el 53 por ciento del total de
empleos del sector agropecuario y el 14 por ciento del total de empleos a
nivel nacional, según el Ministerio de Agricultura.
“Muchas empresas y los gobiernos han comenzado a
reconocer los peligros del calentamiento global, no menos importante
debido a la presión de los consumidores y de los ciudadanos, pero sus
acciones no han alcanzado aún la escala y la urgencia de la tarea”.
Instituto del Clima de Australia.
http://www.laprensa.com.ni/2016/09/21/economia/2103363-nicargua-cafe-cambio-climatico
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