Café de Colombia - Juan Valdez no consigue recolectores de café
15:03:00Juan Valdez no consigue recolectores de café
La mano de obra se convirtió en el gran cuello de botella de este
sector. En el futuro la tecnología tendrá que apoyar esta labor.
semana.com
El sector cafetero es un importante generador de empleo: el 25 por ciento de la ocupación rural está vinculada a este cultivo.
Los cafeteros colombianos se alistan para
recoger una muy buena cosecha. Hacía rato que no coincidían tres
factores favorables para esta industria como una gran producción, un
atractivo precio internacional y un dólar fuerte. Todavía retumban los
tiempos difíciles, cuando los astros parecían en contra: si la
cotización en el mercado externo estaba en alza, la cosecha era escasa o
el dólar andaba por el piso. Y si la tasa de cambio y la cotización
internacional les favorecía, no había café para vender.
Hoy
el panorama luce mejor. La cosecha que está comenzando a salir -va de
septiembre a diciembre- ascenderá a unos 7 millones de sacos, un volumen
muy representativo que hace pensar que en 2016 la producción podría
estar por encima de 14 millones de sacos. Además, el dólar hoy bordea
los 3.000 pesos y el precio internacional se acerca a los 1,50 dólares
por la libra, lo que permite esperar un ingreso importante para los
cafeteros en el presente año.
Pero pese a
estas buenas noticias, estos cultivadores no dejan de tener
preocupaciones. El problema ahora es que no hay suficiente mano de obra
para recoger la cosecha de este segundo semestre en Caldas, Antioquia,
Risaralda, Quindío, Valle, norte del Tolima, sur del Huila, Santander,
norte de Santander, Cesar, La Guajira y Magdalena. “Hacemos un llamado a
la gente en todo el país, tenemos una buena cosecha, se están pagando
precios muy interesantes. Un buen recolector de café puede ganar entre
40.000 y 60.000 pesos diarios, o más”, ha repetido por todos los pueblos
cafeteros Roberto Vélez, gerente general de la Federación Nacional de
Cafeteros.
Aunque de tiempo atrás, cuando
se aproxima una cosecha cafetera, las noticias suelen hablar de falta
de recolectores, esta vez la situación está pasando de castaño oscuro.
El sector requiere con urgencia 60.000 trabajadores para recoger la
cosecha de la segunda mitad de año. Muy preocupado, Vélez dice que la
escasez de mano de obra se está convirtiendo en el gran cuello de
botella de esta industria, con el agravante de que representa el 55 por
ciento de los costos de producción. Y como sucede con todo bien o
producto, si este es escaso, su precio se encarece. El economista José
Leibovich, quien se ha dedicado a estudiar este tema, dice que los
jornales han aumentado de manera notoria. Si el año pasado los finqueros
pagaban 300 pesos por kilo de cereza recogido, hoy deben reconocerle al
recolector entre 450 y 500 pesos.
A
muchos les resulta paradójico que no haya trabajadores para recoger
café, en un país que se lamenta de tener una de las tasas de desempleo
más altas de América Latina. En julio fue de 9,8 por ciento.
La
explicación no es sencilla pues se trata de un tema con muchos ángulos
de análisis. Para empezar, hay que reconocer la realidad de la migración
campesina a las ciudades, un fenómeno de carácter mundial. Esto ha
hecho que la mano de obra para las labores agrícolas haya disminuido,
pues muchos prefieren irse a las urbes a buscar mejores oportunidades.
En el caso colombiano, la violencia de las últimas décadas ha
contribuido notoriamente a ese desplazamiento.
Algunos
también atribuyen parte de esta migración al éxito de la caficultura
colombiana. Suena irónico pero es así. En los años setenta y ochenta,
con el auge del café mejoró el ingreso de las familias, que pudieron
educar a sus hijos, quienes en lugar de ser recolectores –una tarea
dura- se dedicaron a otros trabajos.
Por
otro lado, el fenómeno de la escasez se observa con más fuerza en la
tradicional zona cafetera, es decir, Caldas, Quindío, Risaralda,
Antioquia y norte del Valle y de Tolima donde grandes fincas requieren
mayor cantidad de recolectores, y es menos complejo en las nuevas
regiones como Cauca, Nariño y Huila donde la caficultura es de
minifundio y los mismos miembros de la familia recogen el café. El
problema es que, en unos años, estos últimos también podrían enfrentar
igual dificultad.
Además de todo lo
anterior, otro elemento muy preocupante explica la falta de recolectores
en este momento. Se trata del aumento de los cultivos ilícitos de coca,
que según las autoridades estadounidenses se dispararon el año pasado,
al alcanzar 159.000 hectáreas, una cifra que no se veía desde 2007. La
realidad es que los cultivadores de coca compiten directamente con los
cafeteros. Al parecer muchos recolectores se han desplazado a las zonas
cocaleras, donde obtienen una mejor paga trabajando como raspachines.
Solución a la vista
Ante
esta cruda realidad, el gerente de la Federación de Cafeteros dice que
hay que replantear el tema de la mano de obra para este sector. Por
ejemplo, hay que reconocer que la caficultura en Colombia,
principalmente en el tema de la recolección, ha evolucionado poco en
términos de innovación tecnológica. En esta materia, el país se quedó
viviendo en el siglo XIX.
Por ello, Vélez
considera que llegó la hora de pensar en otras alternativas para que el
café sea viable, sostenible y rentable y para evitar que el cuello de
botella de la mano de obra impida alcanzar la meta de los 20 millones de
sacos en 2020. Dentro de esas opciones está la recolección asistida
mecánicamente.
Esto quiere decir usar
aparatos que se ajusten a las características de la caficultura
colombiana. De hecho, la federación ha abierto un concurso, con el apoyo
de las universidades, para que emprendedores presenten proyectos
tecnológicos para recolectar el grano.
La
posibilidad de mecanizar la caficultura no deja de inquietar a muchos,
pues se sabe que uno de los atributos del café suave colombiano es
precisamente que los recolectores seleccionan manualmente el grano. Sin
embargo, Vélez piensa que no hay que temerle a esto porque las máquinas
se pueden adaptar, de tal forma que separen las cerezas verdes de las
maduras y realizar el proceso con los altos estándares acostumbrados.
Para
otros, el gran escollo de la tecnología está en la quebrada topografía
nacional. A diferencia de Brasil, donde utilizan las máquinas en grandes
planicies, en Colombia el café se cultiva en laderas, lo que
dificultaría la tarea. Esto, según Vélez, podría resolverse colocando
mallas o buscando otras alternativas.
La
falta de mano de obra cafetera abre la pregunta de si algo similar está
sucediendo con otros cultivos en el país. Rafael Mejía, presidente de la
SAC, señala que hay procesos agrarios muy mecanizados en Colombia como
el arroz, la papa, el maíz y la misma caña de azúcar. Es decir, a la
agricultura está llegando, cada vez con más fuerza, la tecnología en
aras de lograr mayor productividad, lo que al final se traduce en
rentabilidad. Y es claro que el sector agrario, como cualquier actividad
económica, tiene que ser rentable. Esto no significa dejar de estimular
el empleo en sus labores. Por ejemplo, hay quienes afirman que resulta
paradójico que el Estado invierta tantos recursos del presupuesto en dar
subsidios directos, cuando en el campo se necesitan trabajadores, como
lo está demostrando la caficultura. Sin duda, en el posconflicto el
empleo agrario será un factor determinante.
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