Café de México - ¿Quién proveerá el café que México necesita?
17:20:00¿Quién proveerá el café que México necesita?
René Ávila Nieto
El cambio generacional entre los productores cafetaleros constituye
uno de los retos más importantes para esta cadena productiva. Mientras
que los jóvenes son el rostro característico de las barras y cafeterías
por el rol que juegan en la innovación, el marketing, la preparación y
el consumo; en el otro extremo de la cadena parece no haber estímulos
suficientes para que los hijos de productores participen en el relevo
generacional indispensable para producir el aromático durante los años
siguientes.
El envejecimiento de la población es un problema generalizado en todo el
sector rural de México. De hecho, un estudio realizado al respecto por
la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), en colaboración con SAGARPA
y publicado en 2014, plantea –a partir del análisis de diversos
factores– que, “México sufrirá en los próximos años de un proceso cada
vez más acentuado de envejecimiento de la población rural.
Los
datos reflejan que no se está dando el relevo generacional en el campo
mexicano…”
En dicho estudio se identifica que, para el caso de la actividad
agrícola, el promedio de edad de los responsables de las Unidades
Económicas Rurales (UER) es de 54.7 años, en tanto que en las
actividades de trasformación de productos primarios el promedio de edad
en las UER es de 55.3 años y respecto al tema educativo resulta que 21
por ciento de los responsables de las UER no tiene ningún grado de
escolaridad y el 56.6 por ciento apenas tiene apenas nivel primaria.
Es
decir, que la mayoría de las unidades económicas en las que se sustenta
la producción agroalimentaria del país son dirigidas por gente mayor con
bajo nivel de escolaridad, lo cual no demerita experiencia y pasión por
el trabajo que realizan; pero definitivamente dificulta los procesos de
innovación, adopción de tecnología y desarrollo en el campo.
Así, en la agricultura resulta prácticamente impensable que los hoy
obreros, comerciantes, profesionistas y emprendedores originarios del
campo regresen a sus orígenes con sus padres minifundistas, a buscar
mejores formas de producir. En contraste para otros sectores como la
industria y los servicios, las nuevas generaciones de trabajadores,
directivos y empresarios inyectan dinamismo, innovación y con mucha
frecuencia rentabilidad a las empresas.
Si al contexto general de envejecimiento de la población rural, sumamos
en el caso del café algunos factores como el predominio del
minifundismo, la alta dependencia de los ingresos familiares respecto a
la producción y venta primaria del café, la incidencia de plagas y
enfermedades y, los altos grados de marginación donde se ubican las
plantaciones, entre otros; se configura un panorama verdaderamente
desconcertante de cara a los próximos años.
No es sólo la ausencia de
mano de obra en las fincas; es la brecha entre los productores actuales y
los jóvenes campesinos que parece agrandarse y en muchos casos el medio
para desvincularse unos y otros.
No parecen existir incentivos suficientes para que los jóvenes hijos de
productores se queden a laborar en los cafetales. Ellos buscan ocuparse
(en el mejor de los casos) en otras actividades productivas o bien
migrar hacia zonas urbanas, impulsados muchas veces por sus propios
padres quienes se asumen con orgullo como “cafetaleros”, pero que
prefieren no heredar dicho mote dada la estigmatización de pobreza y
vulnerabilidad con la que han cargado gran parte de su vida.
¡Mi hijo ya
terminó la secundaria, a ver si le puede usted dar trabajo allá en la
ciudad; que no sufra aquí en el campo!, le dicen con frecuencia los
productores cafetaleros orgánicos a conocida emprendedora Oaxaqueña.
Por supuesto que existen casos en los cuales los hijos de productores
están volteando con nuevos ímpetus hacia las parcelas de café. Tomás E,
Gabriel B, Enrique L y Violeta Z, son algunos ejemplos de ese reducido
segmento de hij@s de productores que sí están regresando a las fincas,
pero en ellos se identifican condiciones que a toda lógica son
determinantes: han sido motivados por sus padres, han viajado, han
tenido acceso a la educación, han conocido y explorado los procesos de
agregación de valor y sobre todo, han tenido y tienen acceso al
financiamiento.
Otros casos de esfuerzos encomiables que de alguna forma promueven el
relevo generacional, se ejemplifican con Epifanio L, que en su papel de
técnico promovía que los niños de las escuelas locales aprendieran a
realizar los injertos en las plantas de café; Esteban E, que logró
coordinar esfuerzos institucionales para desarrollar cursos de café para
niños; Roberto M., que mantiene una política de puertas abiertas en la
empresa para las visitas de hijos de productores; o los casos de
técnicos comunitarios que para avanzar en los procesos de certificación
sustentable de sus grupos, comienzan por enseñar a los niños educación
ambiental en los mismos cafetales. Es muy probable que existan varios
esfuerzos al respecto, pero lamentablemente no existe una articulación
de los mismos, ni mucho menos una estrategia para replicarlos.
Recientemente, en un seminario en el que se abordaba el tema, la
discusión se centraba en qué hacer para promover el relevo generacional
entre los cafetaleros, con un mercado que –afortunadamente- sigue
creciendo, pero sobre todo evoluciona y se vuelve más sofisticado.
¿Quién va a hacer producir los cafetos en los próximos años? ¿Quiénes
llevarán la tecnología, los insumos y los procesos de innovación para
hacer más productivas a las parcelas? ¿Quién cosechará los granos que
habrán de tostarse en las próximas décadas? ¿Dónde y cómo se está
formando la nueva generación de cafeticultores?; son entre otras,
preguntas para las cuales hasta el momento, no existen respuestas
suficientes ni satisfactorias.
Algunos estudiosos del tema plantean que para lograr el relevo
generacional en el agro es indispensable que existen tres condiciones
básicas aplicables tanto a pequeñas parcelas con producción de
subsistencia como a UER de tipo empresarial con vinculación al mercado.
Dichas condiciones son:
1) Disposición mutua entre padres e hijos. Los primeros para compartir
liderazgo, experiencia y poder en la toma de decisiones y, en los
segundos, la disposición para aprender y asumir responsabilidades;
2) Planeación del proceso. Que implica años de formación para llegar al
punto de transición y,
3) Beneficio. Es decir, que debe existir la percepción de que la
actividad es o puede ser rentable.
No obstante y, contrario a lo que pudiera pensarse, la responsabilidad
de promover el cambio generacional no debe acotarse a las fincas y/o a
las UER. Corresponde también a las escuelas y, universidades, a las
instituciones, al Gobierno y por supuesto a tostadores, industriales y
consumidores, jugar un importante rol proactivo en este sentido. Empero,
no se aprecian acciones al respecto.
Las estadísticas dan cuenta de alrededor de 500 mil envejecidos
“productores” que atienden más de 600 mil parcelas, cuya producción se
comercializa por conducto de no más de 300 mil unidades vinculadas al
mercado (productores que históricamente han registrado
comercialización). El consumo interno en el país apunta para seguir
creciendo en los próximos años con poco más de 3.5 millones de sacos en
2015, las importaciones rebasan el millón de sacos anuales, las
exportaciones y la producción tienden a la baja…, y no se aprecian por
ninguna parte acciones para promover el relevo generacional entre los
cafetaleros; no se sabe quiénes proveerán el aromático que México
necesita para las próximas décadas.
Llamados:
“Un estudio realizado en 2014 por la FAO y SAGARPA, plantea que
México sufrirá en los próximos años de un proceso cada vez más acentuado
de envejecimiento de la población rural… Los datos reflejan que no se
está dando el relevo generacional en el campo mexicano”.
“La mayoría de las unidades económicas en las que se sustenta la
producción agroalimentaria del país son dirigidas por gente mayor con
bajo nivel de escolaridad, lo cual no demerita experiencia y pasión por
el trabajo que realizan; pero definitivamente dificulta los procesos de
innovación, adopción de tecnología y desarrollo en el campo”.
http://www.elmundodelcafe.com.mx/2016/10/quien-proveera-el-cafe
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