Café de Colombia - El café, más amigable con la naturaleza
16:47:00El café, más amigable con la naturaleza
Tatiana Pardo Ibarra
En 2015, Colombia exportó 12.7 millones de sacos a 44 países en todo el mundo. Foto: Café Montesierra
Para Aurora María Izquierdo,
indígena y creadora de una empresa verde, el cuidado de la naturaleza
debe estar siempre por encima de la avaricia humana. No concibe que la
industria minera, por ejemplo, contamine ríos con mercurio, despoje
comunidades de su territorio y desvíe cuerpos de agua; ni que la
ganadería extensiva erosione suelos y miles de árboles sean talados cada
año para engordar los bolsillos de unos cuantos. Tampoco entiende cómo
es que el hombre, consciente de los cambios que el planeta está
teniendo, desde las elevadas temperaturas hasta las incontrolables
lluvias, crea que su preocupación más grande es el dinero y no su salud.
Durante
mucho tiempo se creyó que las grandes industrias, necesariamente,
tenían que ir en contravía de la conservación y protección del medio
ambiente para generar mayores ganancias. Sin embargo, el mercado parece
estar cambiando y cada vez son más las empresas que están apostando por
tecnologías innovadoras que ayudan a disminuir los impactos sobre la
naturaleza, mientras generan condiciones más dignas de trabajo y mayor
rentabilidad en el negocio.
Aurora
tiene 57 años y fue una de las primeras mujeres de la comunidad indígena
arhuaca, de la Sierra Nevada de Santa Marta, en salir de su resguardo a
estudiar una carrera profesional. Es agrónoma de la Universidad
Nacional y gracias a ello creó uno de los proyectos cafeteros más
amigables que tiene el país con el medio ambiente: Anei.
Anei, que significa “delicioso” en la lengua arhuaca, produce café orgánico, lo que significa que no utiliza agroquímicos en su producción. No hay presencia de fungicidas, herbicidas, insecticidas ni fertilizantes artificiales. En total son 538 familias campesinas e indígenas, de los pueblos arhuacos, koguis, wiwas y kankuamos,
que se ven beneficiadas con el proyecto y que están exportando su café a
Estados Unidos, Nueva Zelanda, Japón, Canadá y Europa.
Están trabajando en 64 veredas de
la Sierra donde la producción del café va siempre de la mano con la
cosmovisión indígena. Hacen rituales, pagamentos y bailes como el
zamuyuna para que la cosecha sea de buena calidad; siempre protegiendo a
la madre tierra, seynekun, y guiados por los mamos, líderes
espirituales que envían su energía a la tierra.
“Nuestro
pensamiento está reafirmado en la producción del café. Apoyamos a las
veredas para que tengan plantas solares, para potencializar ideas, para
unir a las comunidades, para que los jóvenes se empoderen y se apropien
de diferentes procesos, para que generen conocimientos nuevos. Apoyamos a
nuestras autoridades y líderes para vivir de forma más digna,
rescatamos nuestra esencia, reforzamos nuestra identidad y hacemos
gimnasia espiritual, tan escasa pero necesaria”, explica Aurora.
La
industria cafetalera es tal vez una de las más robustas del país; por
eso la importancia de que sea amigable con el medio ambiente y se adapte
mejor a las nuevas tecnologías. Según la Federación Nacional de
Cafeteros (FNC), más de 500.000 familias, distribuidas en 22 de los 32 departamentos, dependen directamente del cultivo. Solo el año pasado, Colombia cerró con una producción de 14,2 millones de sacos de café que son exportados a 44 países en todo el mundo, la mayoría a Estados Unidos.
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En la vereda de San Pedro de la Sierra, en la Sierra Nevada de Santa Marta, 48 pequeños finqueros se unieron para darle vida a Montesierra, una empresa que desde 2008 produce café certificado como Orgánico, UTZ y Raintforest Alliance, uno de los sellos más importantes en el mercado.
Esta
última categoría busca transformar la agricultura en una actividad
sostenible que ayude a conservar la biodiversidad, proteger los recursos
naturales, incrementar la productividad y rentabilidad de las fincas y
mejorar la vida de los productores, trabajadores y sus familias.
¿Cómo
lo hace? La organización internacional Raintforest Alliance centra
todos sus esfuerzos en capacitar a los caficultores en temas como
conservación de ecosistemas, protección de la vida silvestre,
conservación del agua, buenas condiciones laborales para los
trabajadores y manejo integrado de desechos.
Con este sello verde, más de 1,2 millones de fincas en 42 países, donde se producen 101 cultivos diferentes, están protegiendo el medio ambiente,
generando condiciones más dignas de trabajo y aumentando sus ganancias
gracias a que su producto ofrece un valor agregado dentro de toda la
oferta que existe.
“No utilizamos
ningún compuesto que pueda contaminar el cultivo, porque cuando se usan
fertilizantes, la tierra se erosiona, se cuartea y con el tiempo se
vuelve menos rentable. También porque es más económico utilizar la
propia pulpa del café de nuestros cultivos como fertilizante natural,
que un bulto de fertilizante químico que puede costar entre 65.000 y
80.000 pesos”, explica Carlos Torres, gerente general de Montesierra.
Un
estudio realizado por Rainforest a finales de 2014 revela que,
comparadas con las fincas que no están certificadas en Colombia, las que sí lo están cuentan con más árboles, especies nativas y macroinvertebrados acuáticos;
además de una mejor calidad del agua y riberas cubiertas por más
vegetación que ayudan a controlar la erosión y disminuir los riesgos de
incendios.
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Cuando Sandra Palacios
tenía 18 años, guerrilleros de las Farc entraron a su finca, asesinaron
a su padre, luego a su hermano y quemaron su única casa, ubicada en la
vereda Transjordania, en el Magdalena. Con el tiempo, irónicamente ella y
su familia se dedicaron al cultivo ilícito de coca y marihuana, porque
el café y el cacao ya no les parecían tan rentables como antes.
Sin embargo, en 2007 decidió dejarlo todo y creó, junto con otras 21 familias campesinas, la Cooperativa de Caficultores y Agricultores de la Sierra Nevada de Santa Marta (Cooagronevada), que hoy en día está certificada con Comercio Justo, Orgánico y Women, exportando la mayoría de su producción a Estados Unidos y la Unión Europea.
El
certificado de Women tiene como objetivo promover el empoderamiento de
las mujeres que trabajan en la industria cafetalera, mejorando sus
condiciones de vida y las de sus familias. Además, busca asegurar la
participación absoluta de ellas en la toma de decisiones y brindarles
iguales oportunidades de liderazgo.
“Es
muy importante reconocer el papel de las mujeres, que antes ni siquiera
se atrevían a opinar. Ahora son líderes, empoderadas, capacitadas,
seguras, independientes y conocedoras de sus derechos y el negocio”,
dice Sandra.
Por su parte, el sello
de Comercio Justo valora el trabajo de los productores, la seguridad
social, la salubridad, las leyes laborales y, por supuesto, el cuidado y
la conservación de los recursos naturales con que se produce el café.
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