Franquicias - Starbucks o Juan Valdez
13:11:00
Starbucks o Juan Valdez
mayo 17, 2016 - 12:04 AM
Si uno transita por avenida Reforma va a encontrar que lo que predomina son las cafeterías Starbucks. Foto: Cuartoscuro
¿Qué hay detrás de tu taza de café? La pregunta es inquietante cuando
se conoce que México es un importante productor de café, que una gran
parte del café que producimos viene de pequeños cafeticultores que lo
siembran bajo la sombra de los árboles. La producción de café puede ser
sustento de familias indígenas y forma de producción que mantiene
nuestros bosques, cualidades difíciles de encontrar. Sin embargo, en
México los cafeticultores, los pequeños productores, han quedado fuera
del negocio de los recursos gubernamentales, que además de escasos, van a
parar directa o indirectamente a las grandes empresas que se han
apoderado de este mercado.
Existe un contraste brutal entre recorrer el centro de la Ciudad de
México y el de Bogotá, buscando una taza de café. Si uno transita por
avenida Reforma va a encontrar que lo que predomina son las cafeterías
Starbucks. En Bogotá predominan las cafeterías Juan Valdez. Esa imagen
habla del interés de un país por sus pequeños productores y el abandono
por parte del otro. En México, la producción ha caído de 6 millones de
sacos en los mejores años a 2.5 millones actualmente. El hongo de la
roya ha afectado la producción, pero desde hace años hay una plaga que
ha afectado más la producción de café en México que ninguna otra: el
abandono de los pequeños productores y la entrega del mercado a las
grandes corporaciones.
En Colombia, con un fuerte apoyo del Gobierno, la Federación Nacional
de Cafeticultores lanzó, después de varios intentos y fracasos, la
marca Juan Valdez en 2002. La marca fue lanzada con una política basada
en el comercio justo, en un producto de cafeticultores con propiedades
pequeñas. La Federación agrupa a 500 mil pequeños productores de café de
Colombia. La marca y sus cafeterías comienzan a extenderse poco a poco
por el mundo, presentes en aeropuertos y ahora en muchas ciudades.
Colombia produce más de cuatro veces de lo que producimos en México en
nuestros mejores momentos, pero eso no explica que el Gobierno
colombiano invierta 12 mil millones de dólares en el café y en México
nos quedemos con mil millones. Lo que lo explica es la falta de una
política en México de apoyo a los pequeños productores.
En México la situación es muy diferente para los pequeños
productores. Aquí, el hongo de la roya arrasa cultivos de café por todo
el país, parcelas ya viejas, no renovadas, tras años de abandono de los
pequeños productores para subsidiar el cultivo de café robusta, de baja
calidad, para abastecer a Nestlé. Se destinaron recursos para prevenir
los daños de la roya y, en su mayoría no fueron ejercidos. En amplias
regiones cafetaleras el hongo de la roya está afectando a la mayor parte
de las plantas y llevando de la pobreza extrema a la pobreza
extrema-extrema a las familias, como señala Arturo García.
El Estado anuncia recursos que no bajan directamente a los
productores, no van a viveros comunitarios, tampoco a la producción de
fertilizantes orgánicos, ni a fortalecer la autogestión comunitaria. Los
recursos van a los proveedores de insumos y plantas. Las grandes
empresas, como Nestlé, entran a ayudar y amarrar el abasto del producto.
La compañía Suiza ofrece, a través de los acaparadores del mercado del
café, un sobreprecio de 48 centavos por kilo “para ayudar a los
productores” cuando el precio está alrededor de 45 pesos el kilogramo
listo para tostarse.
Sedesol anuncia 10 millones de pesos para 10 mil productores, mil
pesos por productor para enfrentar la mayor crisis en la producción de
café que se ha vivido en muchos años. El discurso es esquizofrénico, se
habla de combatir el hambre, y una y otra vez se beneficia a las grandes
empresas en contra de los pequeños productores.
Hay que verlo con las normas que se promueven para sacar del mercado a
los pequeños productores de mezcal, para volver imposible que un
pequeño productor certifique como orgánico, y el abandono de los
cafeticultores, tan sólo tres ejemplos. ¿Ésta es la manera de combatir
la pobreza? Si no dejan de otra, entonces a cultivar amapola.
Al abordar estos asuntos del abandono de los campesinos y de los
pobres, no se puede dejar de referirse a lo que está ocurriendo en
Brasil. Sin duda, lo que ocurre en ese país es un golpe de Estado contra
un modelo político que sacó de la miseria a millones de brasileños, no
con migajas, sino apoyando su producción. Que hubo robos, sí los hubo,
pero no mayores a los que hemos tenido aquí en México con Moreira y
tantos otros casos. Vemos en Brasil, volcada a la prensa contra ese
modelo apoyando el golpe y llevando como Presidente interino a un
personaje que sirvió de informante a la CIA para favorecer ataques al ex
Presidente Lula da Silva, un personaje que de inmediato desaparece la
política cultural y va contra la social. Allá los ingresos del petróleo
han ido a la educación, la salud y la alimentación, ¿Acá a dónde
fueron?, porque ya no tendremos más ingresos del petróleo, sólo deudas.
En 2003, me uní a Arturo García para realizar un acto en el Zócalo de
la Ciudad de México bajo el lema “Café para Todos”. Arturo es promotor
de la Red de Agricultores Sustentables Autogestivos (RASA) y uno de los
mayores conocedores de este tema. Ha dedicado su vida a promover la
producción del campo bajo un esquema de comercio justo y
sustentabilidad, de manera especial en el estado de Guerrero. Queríamos
promover el consumo de café mexicano, de pequeños productores,
establecer una relación más directa entre el consumidor de café y el
productor, pedir al Gobierno que lanzará una campaña en ese sentido,
sensibilizar a los consumidores y apoyar a los pequeños productores. Lo
que ha ocurrido es todo lo contrario, un ejemplo: entre la lista de
productos que se pueden comprar con la tarjeta sin hambre está el café
Dolca de Nestlé que llega como parte de la Cruzada Nacional Contra el
Hambre a las zonas cafetaleras. No sería posible que programas contra el
hambre abrieran mercados para combatir la pobreza, comercializando los
productos de quienes están marginalizados del mercado.
La corrupción hace tanto daño a este país como la falta de
profesionalismos, de entender las cosas, de ser profundamente ignorantes
en políticas sociales. ¿No puede acaso el Gobierno promover una
política de compras gubernamentales de café de pequeños productores, de
incorporar el café de los pequeños productores y otros productos en los
mismos programas sociales?
Por lo pronto, en lo más inmediato: ¿Qué hay detrás de nuestra taza de café?
http://www.sinembargo.mx/opinion/17-05-2016/48782
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